Es importante conectarse con la racionalidad que orienta la intención de introducir las tecnologías de la información, en particular, en el sistema educativo público y de manera general, en la sociedad peruana.
Como lo anoto Jara Valvidia en «Las Políticas De Tecnología Para Escuelas En América Latina y El Mundo: Visiones y Lecciones; Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2008 existen tres formas de racionalidades que orientan la inserción de computadoras e internet en los colegios: la primera de ellas, el racional económico, seguido de un racional social y posteriormente un racional educativo.
Los esfuerzos de las personas involucradas en proyectos de incorporación de tecnologías de la información deberían consensuar el punto de partida de aquel esfuerzo de tal manera que todo lo que se haga se pueda entender de una misma manera por todos los actores involucrados. Al dejar de lado este esfuerzo se corre, como siempre, el riesgo que se creen falsas expectativas entre los actores educativos (director, docente, alumno y padre de familia) y en consecuencia la ausencia de un involucramiento sostenido por parte de cada uno de ellos.
Puesto que no se originó en una racionalidad pedagógica sino económica el programa OLPC en el Perú tiene sus bemoles y deja lecciones aprendidas para no volver a comprar tecnologías de la información si los actores educativos (director, docente, alumnos y padres de familia) no pueden definir qué hacer con aquellos artefactos en el aula.
Nuestra tragedia nacional es que la gran mayoría de profesores a nivel nacional no disponen de las competencias necesarias para definir que tecnologías de la información usar: que dispositivo informático, con qué sistema operativo, que aplicaciones pueden encajar con determinada metodología y enfoque pedagógico correspondiente a su realidad cotidiana en sus respectivas comunidades y regiones.
Para llenar ese vació aparecen entonces otros profesionales, provenientes de otras carreras, como los ingenieros y programadores, que intentan suplir aquella necesidad de introducir tecnologías de la información en el aula pero obviando la cantidad de enfoques pedagógicos y metodologías que pueden ser útiles para incorporar los programas informáticos en el aula de clase.
Es por lo tanto un trabajo interdisciplinario, basado en las metodologías de proyectos, con diversos enfoques pedagógicos, las que podrían facilitar la introducción de las tecnologías de la información y comunicación en el aula de clase y, desde luego, con un soporte económico- administrativo que lo haga viable y sostenible en el tiempo.